viernes, 9 de septiembre de 2016

CUENTO: VITE PARALLELE - THE NJCHLAS' STORY. III (Español)


CUENTO: 

Por. Pietro Bazzoli
Illustrazione: Daniele Enoletto 
Traducido al Español por. Claudio E. Pompilio Q

El rumor de una gota. Njchlas se extrañó de todo lo que le circundaba. Solo parecía el sonido de una gota. Una lágrima invisible, que en la oscuridad descendía violentamente a través de inmensos espacios para llegar a un lugar del que el mismo Dios se había olvidado.

Njchlas no sabía de dónde provenía aquel sonido apagado, casi imperceptible, sin embargo devastador como el estallido de un trueno.

Aquel pensamiento lo estaba catapultando lejos del mundo. Por cuanto podía parecer absurdo averiguar cómo algo tan insignificante se había insinuado en su mente, era para él la cosa más importante. Incluso creía que aquella gota estaba en su cabeza. Si hubiera continuado golpeándole en el cerebro con tal constancia habría hecho un camino a través de la materia gris hasta llegar a su propio ego.

Un toque sobre la espalda lo sacó de sus pensamientos trayéndolo al presente. 

La exposición organizada por don Claudio está obteniendo un gran éxito y toda la crema de la ciudad se apresuró para formar parte.

Coleccionistas, expertos y críticos de arte se habían reunido para permanecer parados de frente a sus obras.

También estaba presente un gran número de periodistas, equipados de cuadernos y plumas estilográficas con la esperanza de arrebatar unas pocas palabras al excéntrico artista. 

El toque sobre la espalda se hace más insistente. Don Claudio, con rostro serio, lo estaba mirando a los ojos. 

<< ¿Por qué tan serio, don Claudio? Todo es magnífico >>.

<< Ven, debo presentarte a una persona >>.

No agregó más, simplemente da la espalda a Njchlas y se dirige hacia extremo opuesto de la galería.

Estaba esperándolo un hombre alto, con ropa de notable hechura.

Njchlas se preguntaba como no lo había visto antes: tenía alrededor de él, un aire de seguridad que solo la comprensión del infinito podía generar. 

Sus ojos claros, de una tonalidad entre el azul y el acero, escrutaban todo con interés, sin detenerse en las personas. 

El desconocido miraba los cuadros de Njchlas con una mezcla de curiosidad y codicia.

El rostro estaba tenso en una mueca casi de fastidio, típica de quién no ama ser circundado por individuos que no considera dignos de su calibre.

El joven notó que el invitado hacia el que se estaba dirigiendo tenía la piel blanca como porcelana, casi con los mismos tonos de las cándidas paredes en las que estaban colgadas sus obras. La única nota de color era los profundos ojos violeta. 

Njchlas se pregunta cómo es posible sentir tanto desagrado por un hombre sin nunca habérsele acercado.

Más sus pasos seguían a los de don Claudio, más se empeñaba en disimular un rencor injustificado contra el individuo.

Cada fibra de su cuerpo luchaba por alejarse lo más posible de aquél hombre que le daba la misma molestia de una carroña sobre el borde de la calle. 

Ahora casi podía sentir el olor, Fuerte, penetrante, insoportable dulce. Una fragancia que asoció a la carne en putrefacción. 

-Tiene incluso el olor de un carroña-, pensó Njchlas.

Se pasó una mano entre los cabellos, buscando ordenar los pensamientos. 

No conocía aquella persona. ¿De donde provenía aquella sensación? ¿En que rincón remoto de su alma se anidaba el miedo ancestral por aquella figura? 

Tal vez era el miedo a lo desconocido el que lo conducía, a hacerle creer que debía evitar a toda costa aquel hombre hacia el que estaba caminando. 

Incluso pensó esconderse tras la espalda de don Claudio, Ciertamente él le habría protegido. 

Su instinto ahora gritaba más no puedo ir y Njchlas, como siempre, lo ignoró.

Cuando los tres estaban cerca, el curador toma la palabra, presentando los desconocidos.

<< Njchlas, permíteme presentarte el hombre más destacado de la noche >>.

<< Creía ser yo el hombre más notable de la noche >> lo interrumpe el joven artista.

Don Claudio palideció frente a la insolencia de su pupilo y se volve de inmediato al hombre con el fin de estudiar la reacción.

Este último sonreía divertido, sorprendido de encontrar frente a él un joven tan seguro de sí.

<< Digamos que las protagonistas son las obras. Nosotros solo somos un contorno. Placer de conocerte, Njchlas. Soy Jacques Dumal >>

Cuando Njchlas estrecha la mano que le extendían, no puede hacer menos que advertir como estaba cuidada. Los dedos que se envolvían en torno a los suyos eran fríos. Pensó de nuevo en la porcelana.

El apretón le causa una emoción y siente una ligera descarga eléctrica recorriéndole todo el cuerpo. 

Permanecieron inmóviles por un tiempo que al pintor parece infinito y nuevamente no desea otra cosa que huir lo más lejos posible.

Don Claudio rompió el silencio general dirigiéndose a su protegido.

<< Ya te había hablado de Jacques Dumal >>.

Njchlas se limitó a hacer un movimiento de cabeza.

Ahora recordaba: Dumal tenía fama de ser coleccionista de obras de arte y misántropo, en este orden. Amaba el arte y odiaba las personas pero aquello que más amaba eran las personas que hacen arte. 

Se estaba haciendo un nombre importante a nivel europeo como mecenas de los más grandes artistas del momento y demostraba tener un sexto sentido infalible en encontrarlos. 

En sus garras, parecía que cualquier pintor, escritor, músico o escultor encontraban necesariamente el éxito. 

<<Señor Dumal, estuvo bien su último viaje?>>

El hombre inclinó ligeramente la cabeza en señal de asentimiento. 

<< Estaba en Inglaterra, he descubierto un músico increíble en el lugar más inverosímil. Sentirán pronto hablar de él >>

A pesar de que hablaba con don Claudio, Dumal no apartaba la mirada de Njchlas siquiera por un instante.

<<Interesante>>, reitera el curador, <<¿Cómo se llama?>>.

<<William Johnsonn>>.

<<Estoy seguro que es un verdadero genio. Usted tiene un gran instinto para el arte. Qué seríamos los galeristas sin personas como usted?>>.

Era claro que don Claudio estaba haciendo todo lo posible para reducir la tensión creada entre Dumal y Njchlas.

El curador percibía entre los dos una corriente constante, una especia de comunicación no verbal de la cual él había sido excluido. Seguramente nada agradable: el aire entre ellos era electica. 

Njchlas tenía una mueca sobre el rostro, no muy disimulada, que llevaba cuando no quería hacer algo.

Dumal parecía sereno y en sus ojos se podía leer un interés cada vez mayor.

Don Claudio repite a sí mismo que era un hombre de honor y que Njchlas era su mejor pintor.

Ninguno sería capaz de hacerle daño. 

Posó por enésima vez la mirada sobre los otros dos y, viendo la avidez en la mirada de Dumal, tiene el pensamiento que el hombre desea a todo costo incluir al joven entre las filas de sus artistas. 

Se sacudió esa sensación molesta y volvió a llevar la conversación. 

<<Le interesa alguna obra>>.

<<Estoy observando todas con atención. Sobre todo aquellas dos>> dice indicando una pareja de telas colgadas en la pared. 

Uno de ellos aquella del diluvio que Njchlas había terminado sólo unas pocas noches antes. La otra representaba la creación de Adán. 

En el centro había un hombre caído al suelo, que se cubría la cara para protegerse de la luz que lo golpeaba. Los músculos y nervios estaban tensos y resaltaban tanto que hacían mal. La piel estaba lacerada en varios puntos, de los cuales salían ríos de color rojizo. La mano con la que se apoyaba para no caer arañar el suelo con tanta fuerza como para romper las uñas. Aquella usada para protegerse de la claridad divina parecía a su vez querer rasgar su propia cara. La garganta era rígida, cubierta de gruesas venas como demostrando cuanto puede ser doloroso respirar por primera vez.

<<¿Porqué un Adán así?>>.

Njchlas siente el corazón en la garganta. Las palpitaciones resuenan en sus oídos y condujo hacia abajo un conato de vómito 

Toma una gran bocanada de aire antes de responder.

<< La creación necesita dolor. No sólo para aquellos que la ejercen, sino también a quien la sufre>>.

<<Está claro. Parece que tú tienes una gran comprensión de la Biblia>>.

<<De hecho, es así>>.

Mentía. Njchlas sabía que en verdad sus conocimientos provenían de las horas de oración forzada con su madre, de las lecciones sobre el pecado y la condenación del hombre y el estribillo constante que no había salvación.

Esos minutos infernales corrían veloces, transportados por el viento a través del campo de su infancia.

<<No estoy convencido reitera el invitado <<En cambio creo que tu naciste en una familia profundamente devota, casi fanática. Puede ser que este sentimiento no ha sido sacado muy lejos de su nueva identidad artística? >>. 

Njchlas demostró haber sufrido el golpe, casi como si Dumal le hubiese golpeado brutalmente sobre el rostro. 

<<¿De dónde es usted?, pregunta.

<<Lo he olvidado. Ý usted?>>.

<<¿Te gustaría descubrirlo’>>.

La pregunta cae en el vacío, sin que el pintor entienda si se trataba de una invitación o de una amenaza.

Después Dumal camina con movimientos fluidos hacia la salida.

<< Gracias por la invitación, don Claudio. Gentilísimo como siempre. La encontré esclarecedora. Pronto nos veremos de nuevo joven Njchlas, estoy seguro>>.

Mientras se desliza sobre el pavimento con una ligereza de la que solo las personas que no tocan tierra son capaces, sale de la sala.

<<Me tengo que ir>>, dice Njchlas.

<<¿Donde? Todos los demás invitados están aquí por ti>>.

<<Siento la necesidad de beber>>.

<<Entiendo que sientes, pero no te dejes atemorizar por Dumal. Es estirado, altivo y creo siente disgusto por todo excepto que por el arte. No le prestes atención<<.

<<Cierto. Usted tiene razón, don Claudio. Pero ahora siento la necesidad de beber>>.

- Dedicado a Venezuela y a todos los venezolanos -


Pietro Bazzoli Gionalista / Scrittore italiano.









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