Carlos Zerpa- el submarino del sargento pimienta cruza frente a un florero chino
EXPOSICIÓN:
Fuente: Lic. Marisela Montes
PR y Comunicaciones
Fotos. Cortesía
Un conjunto de obras de diferentes artistas venezolanos cuyo trabajo se inscribe en el pop art, conforman la exposición “Pop Contemporáneo”, que presentará la Galería D’Museo desde el domingo 17 de abril a las 11:00 a.m., hasta mayo, en su sede ubicada en el Centro de Arte Los Galpones, bajo la curaduría de Nicomedes Febres.
Piezas de creadores como Carlos Zerpa, Efraín Ugueto, José Rivas, Gabriel Pérez, Marcos Temoche, Conrado Pittari, Juan Toro, José Bonilla, JotaShock, Luis Salazar, Meollo Criollo, Rigoberto Astupuma, Escuadrón Sudaca, Enrique Enriquez y Rafael Arteaga, ofrecerán al público una muestra representativa del movimiento artístico del Pop Art o arte pop, desarrollado en Venezuela a partir de la postmodernidad.
Caracterizado por el empleo de imágenes de la cultura popular tomadas d elos medios de comunicación, este movimiento actualmente “no solo persiste, sino que además ha tomado una gran representación de todo lo que es el arte figurativo contemporáneo”, según afirma el especialista de artes visuales, Nicomedes Febres.
JotaShock. Serie Rocíe y limpie
En la muestra “Pop Contemporáneo” se podrán apreciar, desde las pinturas de colores vivos y planos de Carlos Zerpa con temas de interés de la cultura popular venezolana o de la cultura popular urbana globalizada; hasta obras de artistas de alta tecnología como el Escuadrón Sudacaintegrado por Joaquín Urbina, Alejandro Rebolledo e Iván Larraguibel, quienes con un grupo de vallas urbanas crearon imágenes de naturaleza fotográfica de fuerte impacto visual por la disonancia entre texto e imagen y la fina ironía de la obra final; el vídeo del artista y diseñador gráfico residenciado en Nueva York, Enrique Enríquez; o la obra de Luis Salazar, un artista que se desenvuelve por la pintura, la fotografía, los vídeos y las instalaciones, con sarcasmo sobre la historia del arte y la vida urbana de los venezolanos.
Otros trabajos que se exhiben en dicha colectiva son los de José Rivas, donde se mezcla la iconografía del Pop norteamericano con la realidad venezolana; Rigoberto Astupuma con una suerte de Bolívar biónico; Rafael Arteaga y JotaShock, quienes abordan el tema de los productos de primera necesidad o de uso frecuente en el hogar venezolano; Marcos Temoche, que mezcla imágenes icónicas de la pintura pop de la cultura global con campos de colores y trazos abstractos; y Gabriel Pérez con una sorprendente obra urbana a partir del tallado de superficies de goma de borrar, en la que apela a iconos del arte Pop y de la cultura global para plantear algunas de las inquietudes que vivimos a diario los venezolanos.
J. Bonilla. Serie Esperando mejores tiempos.
Completan el cartel de artistas Efraín Ugueto, con un definido espíritu Pop al usar la realidad como soporte en obras donde el sarcasmo y la disonancia entre la palabra y la imagen son valores comunes; Juan Toro cuyo trabajo está dedicado centralmente al tema de la violencia en la vida actual en nuestro país, con la fotografía como instrumento del discurso plástico; José Bonilla, quien centrado en el tema del Ávila, usa nuestra montaña como tema importante de nuestra cultura popular y como icono Pop del arte venezolano; Conrado Pittari con el tema de las telenovelas emblemáticas y de alta sintonía que se volvieron una referencia cultural de su tiempo; y Meollo Criollo, una pareja formada por Leonardo Nieves y Nacho Palacios, creadores de unas tiras cómicas con personajes arquetipales de los venezolanos, cargadas de gran humor cáustico.
Efrain Ugueto
La exposición “Pop Contemporáneo” podrá ser visitada del 17 de abril a finales de mayo, en la Galería D’Museo, ubicada en el Centro de Arte Los Galpones, avenida Ávila con 8va transversal de Los Chorros. El horario de exposición es de martes a sábado, de 11:00 a.m. a 6:00 p.m., y los domingos de 11:00 a.m. a 4:00 p.m. La entrada es libre.
D'Museo
8va Transversal con Av. Ávila, Los Chorros
Caracas 1060
T +58 212 2840943 / 0177
F +58 212 2869241
Por. Nicomedes Febres
texto curatorial de la exposición
El Pop Art en Venezuela puede
tener raíces que deben ser buscadas fuera de las artes plásticas y provienen del proceso de
promoción y enérgico desarrollo de la
incipiente industrialización del país,
que comenzó a partir de la década de los años 1960 con la estrategia del
gobierno del presidente Betancourt sobre
la substitución de importaciones que saturaban las tiendas y centros de consumo
de nuestras ciudades y la campaña publicitaria de entonces conocida como “Compre Venezolano” creada para reemplazar,
con productos venezolanos, aquella costumbre de comprar productos importados
que debilitaba a la economía nacional.
Simultáneamente, en Estados Unidos se estaba desplegando el movimiento
del Pop Art que se difundió por todo el planeta. En ese país el Pop surgió
hacia finales de los años 1950 y comienzos de los años 1960 como forma de expresión de la afirmación nacional de
Norteamérica y del proceso de cambios en los mecanismos de producción y consumo
propios de una sociedad abierta altamente industrializada. Fue también la manera como el mundo del arte metabolizó la
presencia de los estratos populares urbanos de la población en el seno del
sistema de arte y en el consumo artístico. Nombres como Andy Warhol, Roy Lichestein o Larry Rivers,
por solo citar tres, se hicieron
conocidos a nivel planetario. El Pop Art anglosajón derivó hacia Europa,
inclusive algunos críticos asumen que nació en Inglaterra mediante la obra
temprana de Richard Hamilton, Peter Blake o Joe Tilson y otros creadores; pero
al pasar al continente, el movimiento se
fue adaptando a la realidad europea de entonces y perdió su rasgo de darle primacía a la alianza publicitaria asociada al consumo y dio paso a
otras raíces más amplias, aunque quizás menos conocidas como lo fueron los discursos basados en la
reinterpretación de obras artísticas hechos por
Alain Jacquet o Martial Raysse en Francia, las obras de Mimmo Rotella o
Valerio Adami en Italia vinculadas a la estética de la destrucción de la post
guerra o el discurso de crítica política de Juan Genovés o el Equipo Crónica en
la España franquista. Esta ampliación de miras dentro del Pop europeo permite
que sea mejor metabolizado por el arte venezolano, cuya pintura
figurativa de la época estaba más dedicada a los problemas de identidad y de
cuestionamiento del sistema político democrático, tal como lo exaltaba la
reconocida crítica colombiana Marta Traba, que vivía entonces entre nosotros.
Una suerte de precursor ignorado
del Pop Art en Venezuela fue el diseñador gráfico José María Lares, quién usando algunos códigos del diseño del Art
Deco se dedicó a la promoción de productos comerciales en la primera mitad del
siglo XX con publicidad aparecida en revistas caraqueñas como Elite, Actualidades y Billiken.
Sin embargo la
obra de Lares ha permanecido ignorada hasta ahora. Luego, algunos artistas se
dejaron influenciar por los códigos visuales del Pop americano al usar la pintura plana de colores vivos, el dibujo
publicitario y los grandes formatos, como fue el caso de la pintura de Régulo
Pérez, José Antonio Dávila y Luis
Domínguez Salazar, todos premios nacionales de Artes Plásticas. Régulo Pérez incursionó con la técnica
del Pop asumiendo el discurso político y quizás su mejor obra de esa época es
el Coto de Caza con el que gana el
premio nacional de artes plásticas en 1967; año en el que comienzan a dejarse ver las
obras de las Construcciones, mejor
conocidas como Las Cabinas de José Antonio Dávila, que
representan la apología al trabajo que
siempre ha sido el tema central de este creador. Las obras de Dávila son plenamente hechas en el marco del Pop Art por
sus colores vibrantes, la planitud de
ellos y los grandes formatos que se mantienen hasta 1973, llegando al
desarrollo de ensamblajes de grandes dimensiones. Por su parte Luis Domínguez Salazar muestra la
influencia de la técnica del Pop desde
1971 hasta 1975 cuando pinta
figuras con la bandera norteamericana al fondo y personajes como Edgar Allan
Poe y quizás la obra más emblemática de este período es su Yo Barrabás. Luego vendría un movimiento más consistente a partir
de la segunda mitad de los años 1970 mediante el trabajo de artistas como Margot Romer, quien lideró el
grupo con sus Monumentos que eran
grandes cuadros donde el tema era la bandera nacional o Rolando
Dorrego tratando de sintetizar el Ávila mediante paralelepípedos del cerro
cuya superficie superior tratan de simular la topografía de la montaña, o José Campos Biscardi quién construye
unas pinturas narrativas mediante las
piernas femeninas, a la manera de Allen Jones, pero cuyos torsos
están representados por nubes y cubos de la montaña avileña, la cual
posteriormente asumiría como tema principal. También tiene su espacio en este
grupo Julio Pacheco Rivas con sus
infinitas estructuras arquitectónicas de gran formato hechas en acrílicos de
tonos ocres y planos, o en el dibujo Nelson
Moctezuma, precozmente fallecido, quien se dedicó con ahínco a mostrar al
general Juan Vicente Gómez transmutado en Superman logrando un mestizaje entre
ambos personajes.
A partir de la postmodernidad, el
Pop Art fue permeando sibilinamente el
arte venezolano cambiando el uso de los medios discursivos pero manteniendo
parámetros similares; desde el trabajo de Carlos
Zerpa quien funge de renovador del Pop mediante unos ensamblajes que
muestran un claro referente de la iconografía popular en unas casi cincuenta
obras de los años 1980, de las cuales las grandes piezas están en los museos
nacionales como el Mi mamá me ama y yo en
el Capanaparo, que es quizás la más emblemática y hacen de Zerpa uno de los
grandes objetistas de nuestro país junto a Reverón, Abreu, Morera y Von Dangel.
Pero Zerpa también asume en su pintura los códigos plásticos del Pop Art al
utilizar colores vivos y planos en sus pinturas, cuyos motivos con frecuencia
están referidos a temas de interés de la cultura popular venezolana o temas de
la cultura popular urbana globalizada, la cual ha mantenido a lo largo de
varias décadas. En una edición memorable de la revista Estilo cuyo título era Los 90
de los 90, se publicó una lista de los artistas emergentes en la década de
los años 1990 y allí, en esa suerte de síntesis de la década hubo varios
artistas que coquetearon con el espíritu del pop, desde artistas de alta
tecnología como el Escuadrón Sudaca
integrado por Joaquín Urbina, Alejandro Rebolledo e Iván Larraguibel, quienes
con un grupo de vallas urbanas crearon imágenes de naturaleza fotográfica de
fuerte impacto visual donde los textos
asociados a esas imágenes provocaron muchos comentarios por la
disonancia entre texto e imagen y la fina ironía de la obra final y por la
inteligencia de las mismas y que nuestra crítica María Luz Cárdenas definió
como “bombas semióticas”. Entre estas vallas
destacan Dengue Sushi Delivery
y 27F Champú para niños, en alusión a
la tragedia que significaría esa fecha para los venezolanos. También vídeos
como el de Enrique Enríquez, un
artista y diseñador gráfico residenciado en Nueva York, quien mostró un vídeo
titulado Plomo Parejo, o una
instalación formada por un conjunto de jamones serranos de escayola que se
asociaron con los textos de la entonces incipiente revista underground Urbe, donde el artista tenía una columna
llamada No te rías que es Verdad, que
es el título de la instalación de Enríquez.
O la obra de Luis Salazar, un
artista que se desenvuelve con acierto en todos los medios, desde la pintura y
la fotografía hasta los vídeos y las
instalaciones, siempre con sarcasmo sobre la historia del arte y la vida urbana
de los venezolanos y con pleno
conocimiento de la evolución del arte internacional.
Otro artista que pese a que su
trabajo ha estado alejado de los
circuitos de arte, ha desarrollado una paciente investigación sobre el Pop y su
revalorización en nuestro medio es José
Rivas ganador del salón sobre la
pintura joven venezolana de los años 1980. Rivas, apelando al óleo pinta
sus cuadros muy cercanos a la iconografía del Pop norteamericano planteando una
nueva semántica mezclada con la realidad venezolana. Es un trabajo que ha
realizado sin prisa pero sin pausa
aprovechando sus grandes dotes de pintor.
En los últimos años han surgido
artistas jóvenes de diferentes medios que han apelado o bordeado al Pop Art como forma de expresarse ante la
situación de nuestra vida social. Algunos han replanteado sus inquietudes desde
la pintura exclusivamente como Rigoberto
Astupuma, fino pintor que en algunos trabajos ha utilizado el tema de los
códigos de barra en los empaques de
comida de los automercados como un mecanismo para datar su obra, y quien nos
presenta ahora una suerte de Bolívar biónico, espada en mano, con un conejo de
peluche en la otra mano y la parte inferior del cuerpo transmutado en un robot.
O Rafael Arteaga, un joven pintor
que muestra un habilidoso pincel donde se agrupan algunos empaques de productos
de primera necesidad, deteriorados, desleídos, donde ese proceso de deterioro
puede ser una metáfora de las carencias de esos productos, o apelando a
pinturas de la historia del arte muestran
unos agónicos avisos de los mismos. Esa misma idea de la degradación del objeto
nos viene a la mente con la obra de Pedro Domínguez, un artista grafitero que
usa el apodo de Jota Shock, quien aborda el
tema de los productos de primera necesidad o de uso frecuente en el hogar
venezolano y los redimensiona en dosis
comprimidas solo posibles para el spray o rociador por su escasa presencia
entre nosotros los consumidores y nos remonta a una serie ilimitada que hizo
Valentina Álvarez sobre latas de sopas Campbell reimpresas con obras de
artistas venezolanos. Jotashock también, a través del grafiti, presenta obras
similares a las que muestra en las paredes y muros de su natal Valencia. Un
artista que ha recurrido con mucha frecuencia a la pintura es Marcos Temoche, quien en con una paleta
cromática muy vigorosa mezcla imágenes
icónicas de la pintura pop de la cultura global con campos de colores y trazos
abstractos creando obras de gran armonía y de pleno espíritu urbano.
Gabriel Pérez es un novel artista que ha mostrado una sorprendente
obra urbana a partir del tallado de
superficies de goma de borrar reunidas
para formar una sola imagen de narración de la vida citadina nacional,
en este caso apela a iconos del arte Pop y de la cultura global para plantear
algunas de las inquietudes que vivimos a diario los venezolanos en un trabajo
repleto de originalidad.
Mención aparte merece Efraín Ugueto, quien se dio a conocer
en un Salón Pirelli con una obra controversial sobre Frida Kellog´s; una imagen de Frida Kahlo pintada sobre cajas
de cereal de la marca Kellog´s, que luego repetiría varias versiones basadas en
los distintos tipos de cereales de esa marca e imágenes pintadas de fotos
conocidas de la famosa pintora mexicana que se ha vuelto un icono de la cultura
latinoamericana. También ha hecho parodias de las obras de Piet Mondrian sobre
cajas de pizzas que translucen su origen y marca de fábrica y de imágenes religiosas (vírgenes, santo niño)
repintadas como personajes de la industria publicitaria y del espectáculo global (Ronald McDonald, ratón Mickey,
códigos de barra). El sarcasmo y la disonancia entre la palabra y la imagen son
valores comunes dentro de la obra de Ugueto, cuyas obras tienen un definido
espíritu Pop al usar la realidad como soporte.
Juan Toro es uno de los nuevos valores del arte venezolano con
mayor proyección y su trabajo está
dedicado centralmente al tema de la presencia de la violencia en
la vida actual en nuestro país, de toda su obra de denuncia de la
realidad hemos elegido el tema de las carencias de los productos de la cesta
básica alimentaria que padecen los venezolanos y Toro testimonia esa carencia
mediante la estrategia de la dilución de la imagen de eso productos. Sin
embargo el espíritu del Pop, por su aproximación a la realidad anima a toda la obra de Juan Toro que utiliza
a la fotografía como instrumento del discurso plástico creando una suerte de
hiperrealismo conceptual.
Dentro del espíritu del Pop, otro
joven fotógrafo llamado José Bonilla desarrolla
un discurso centrado en el tema de la ciudad y en este caso del Ávila, tema fundamental de la pintura
venezolana y que ya antes lo habían planteado, tanto los maestros de la Escuela
de Caracas en la primera mitad del siglo XX, como algunos artistas de la
generación de los años 1970 como Dorrego o Campos Biscardi, solo por citar dos
y dentro del espíritu del Pop Art venezolano. Esta revisión histórica nos
permite plantear la tesis del uso de nuestra montaña como tema importante de
nuestra cultura popular y como icono Pop del arte venezolano, a la manera como
lo hacen también los japoneses con el Monte Fuji o los norteamericanos con el
Monte Rushmore. Por su parte la presencia de las vallas de la ciudad en la
imagen permite datar la obra en el tiempo y establecer vínculos con la obra del
Escuadrón Sudaca.
Pero así como la revisión del Pop
permite abrir espacios a los distintos temas que pueden ser incluidos como
objeto de análisis, y que van desde fenómenos naturales como hablamos antes, o
culturalmente icónicos como lo son los
artistas del séptimo arte en la escena norteamericana o viejas obras de arte
como lo pueden ser nuestro Miranda en La Carraca, o imágenes religiosas de
iconos como José Gregorio Hernández o el Corazón de Jesús, por otro lado,
también todos los medios artísticos
pueden ser susceptibles a ser utilizados como formas de generación de identidad
dentro del espíritu del movimiento. Uno de esos medios es el video o las
instalaciones como principio de apropiación del espacio para el arte, son el vídeo y fotograbado de Conrado Pittari quien ha trabajado el
tema de las telenovelas emblemáticas y de alta sintonía que se volvieron una
referencia cultural de su tiempo aún cercano, ya sea la telenovela Por Estas Calles o Leonela de cuyos capítulos saca Pittari imágenes que se resimbolizan
como obras de arte mediante
fotograbados, pinturas, vídeos y otros medios. El vídeo es particularmente
eficiente como vehículo del Pop art en estos tiempos de los nuevos medios
comunicacionales porque mediante su
promoción se adapta al desarrollo de la nueva sociedad del espectáculo y
el consumo de las grandes audiencias.
No debemos dejar por fuera en
esta sinopsis la obra de Meollo Criollo,
una pareja formada por Leonardo Nieves y Nacho Palacios quienes en el diario El
Nacional comenzaron a publicar unas tiras cómicas bajo ese seudónimo con varios
personajes, entre ellos un par de personajes arquetipales de los venezolanos; Olinto, un motorizado soltero y
piropeador que representa la viveza criolla y en cada aventura se defiende con
esa arma ante la dura realidad que le toca vivir, confiando solo en su madre.
El otro personaje es Don Ramón, un
hombre amargado de mediana edad que opina sobre todo, siempre con un humor cáustico
que sorprende al lector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario