Por. Claudio Emilio Pompilio Q
Terapista de Respuesta Espiritual "TRE". Auto Hignosis Cough
Photo. Courtesy
“Alberto siempre estaba con cara de preocupacion.
Un cúmulo de sucesos le hacen estar siempre distraído, ausente, provocando la disminución de su capacidad y rendimiento laboral.
Un cambio radical en su comportamiento es notado por todos, con disgusto, porque no ha sido una transformación positiva, ya que el otrora jovial ingeniero, ahora se mostraba huraño y con cara de pocos amigos.
Con el paso de las semanas, Alberto se fue aislando, cada vez más, hasta que una mañana, no volvió al trabajo.
De nada sirvieron las llamadas de sus compañeros, los avisos de su jefe, y las demandas de su mujer, porque sus ausencias repetidas provocan el despido inmediato y con ello el inicio del fin"
Lamentablemente, Alberto, es uno de los muchos que se hunden bajo el peso del diálogo interior.
En su caso, un diálogo desacertado, que va provocando daños, no sólo a su persona, sino a aquellos que le rodean, y en especial, a los más cercanos. Su propia familia.
Y es que el diálogo interior descontrolado es como un arma de doble filo. Por un lado puede ser positivo y constructivo. Por el otro, un instrumento de destrucción, de auto destrucción, para ser más exactos, que si no se logra controlar, va socavando las bases de la existencia misma, hasta hacer que se corroan y derrumben.
Todos hemos experimentado ese constante parloteo que llena nuestra cabeza. Y seguramente hemos podido constatar como nos afecta. Si nos ayuda o destruye.
Parece mentira, pero esas voces que constantemente nos taladran el cerebro, son simplemente pensamientos descontrolados, que pueden ir de la ira irrefrenable, hasta el enamoramiento más sublime.
Pero ese diálogo, o tal vez debería decir mejor, monólogo, no es malo, ni bueno. Todo lo contrario. Somos nosotros quienes le damos tal condición.
Debemos aprender a callar. Tranquilizar la mente, para que los pensamientos no se agolpen como un torbellino descontrolado, dentro de nuestra cabeza .
La existencia está compuesta por pensamientos, eso es indudable, pero de nosotros depende su control o buen uso.
No podemos dejarnos invadir negativamente, ya que esto repercute desfavorablemente en nuestro comportamiento, y tal como Alberto, podemos terminar escribiendo un oscuro capítulo en nuestra vida.
Es importante tomar un tiempo para respirar, tratar de relajarnos y realizar una auto sugestión positiva, de manera que nuestro cerebro no centre toda su atención en la inarmonia.
Podemos pasar el suiche o cambiar de frecuencia.
No es fácil!, pero tampoco excesivamente difícil. Basta tratar de centrarnos y redirigir nuestra atención a otra cosa.
Un mal diálogo interno puede hacer que se nos nuble el pensamiento, y sólo podamos ver obstáculos, en vez de oportunidades, y posibles soluciones.
Por ello, cuando nos agobie el monólogo negativo, detengamos toda acción, cerremos los ojos, respiramos y tratemos de recetearnos, para arrancar de nuevo nuestro sistema.
Fijemos nuestra atensión en algún recuerdo agradable, mirando algo que consideremos hermoso, dándonos la oportunidad de gestionarnos acertivamente.
Calmar nuestra voz interior es posible. Solo tenemos que encontrar el valor de dar el primer paso y abrirnos a un universo de nuevas posibilidades.
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