Una mirada personal a la vida del joven licenciado en Bellas Artes que enfrenta el reto de la elaboración de la réplica de El Santo Cristo de La Grita y el proyecto de restauración de la venerada imagen.
Por Ysabel Velásquez - @ysabelvel
Fotos. Cortesía
El arte es la materialización del espíritu humano, una expresión propia sin convenciones que se vuelve tangible para que la observemos, y en ese acto consigue mover la fibra sensible que todos poseemos. Hay arte que toca nuestros sentimientos, otro que nos hace cuestionar la realidad, pero sobre todo el arte es también un testimonio histórico perdurable que narra a los habitantes de tiempos presentes y futuros lo que sus congéneres en épocas pretéritas y diferentes sentían y pensaban.
El arte religioso, forma depurada de evangelización, tiene esa función que más allá de su belleza y valor. Es el vehículo de la devoción que pone a los corazones en sintonía. El Santo Cristo de la Grita, talla de 1610, es una de esas piezas que se ha convertido en parte entrañable de la tradición católica venezolana, tanto que fue nombrada monumento y patrimonio cultural de la nación el 5 de septiembre 2010.
En el taller de la casa familiar, y bajo los acordes de Händel, un joven artista plástico y restaurador – venezolano y grítense - trabaja en la réplica de la venerada imagen y en el proyecto de restauración que permitirá que la pieza original sea conservada para las próximas generaciones. Miguel Ángel Márquez nos abrió sus puertas para darle a conocer a los lectores de Suroeste la miríada de experiencias profesionales que le han llevado a asumir este importante reto.
1. ¿Cómo fue su primera aproximación al mundo del arte?
Tengo muchos recuerdos de niño que hoy en día considero tienen que ver con esa comunicación mágica con el mundo, por ejemplo, recuerdo que siempre encontraba formas antropomórficas y zoomórficas en piedras, en manchas, en sombras. Esa cualidad de la mente de transmutar las formas definitivamente creo tiene que ver con una de las principales premisas del arte, en la adolescencia pasaba horas modelando con barro retratos de personajes históricos y escenas bíblicas. Luego la vida me fue llevando por otros derroteros, iniciando carreras más tecnológicas incluso teniendo experiencias laborales en otras áreas, pero finalmente termine optando por estudiar Bellas Artes, aún sabiendo el riesgo que conlleva una carrera humanística en este país desde el punto de vista económico. Me fui a Maracaibo sólo con mis sueños y la poderosa razón de la voluntad.
2. ¿Cómo describiría su experiencia en la Universidad Cecilio Acosta y cómo llega al mundo de la restauración y el arte patrimonial?
La universidad fue una experiencia integral. Junto con la parte académica, afortunadamente encajé en el grupo de trabajo de áreas expositivas y participé activamente en sus actividades, así que junto con el trabajo creativo de los talleres de pintura y escultura, pude empaparme también del trabajo museográfico que es sin duda otra arista muy interesante, y Maracaibo como ciudad, como pueblo, también marcó en mi muchas referencias importantes, me adopto rápidamente y yo tengo que agradecerle mucho. Finalizando mi carrera realicé unas prácticas profesionales en el departamento de restauración del Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (MACZUL) donde descubrí el apasionante mundo de la restauración de obras de arte.
3. Durante su estancia en Maracaibo trabajó en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (MACZUL) ¿Cómo fue esa experiencia?
Estando de prácticas en el MACZUL, y culminando mi carrera, fui contratado como asistente en el departamento de restauración. La experiencia fue aumentando de nivel, al igual que mis expectativas. Pude entonces tener contacto con destacados artistas venezolanos, y participar en la intervención restaurativa de obras de maestros como Jesús Soto, Francisco Hung, Bellorín y Pedro Tagliafico; además tuve la especial oportunidad de conocer y compartir con el maestro zuliano José Ramón Sánchez, uno de los últimos surrealistas del grupo de París, en su exposición retrospectiva “Los Fantasmas Desde El Estanque Vivo” celebrada en el museo en el 2002, donde participé en todo el proceso desde el traslado de las obras, pasando por el montaje, hasta la conservación preventiva y la intervención restaurativa de varias obras.
4. ¿Por qué dedicar su tesis de grado a El Santo Cristo de la Grita?
En ese momento todo fue engranando, como piezas en un sistema armónico de conocimientos y necesidades. Yo nací en La Grita y siento un profundo arraigo y devoción como todo buen grítense, hacia la tierra y hacia esta obra que he visto desde niño, y tiempo después como estudiante de Bellas Artes fui viendo las distintas necesidades de proyectos de puesta en valor y de conservación que había que proponer y promover en torno a ella; así que cuando tuve que enfrentarme al tema de mi tesis vi la oportunidad de realizar una propuesta para la intervención restaurativa del Santo Cristo de La Grita.
Considero que cuando uno decide prepararse en una carrera vocacional no hay mayor satisfacción que concretar un proyecto en beneficio de la sociedad en la que te encuentras, y que esto a su vez sirva como antecedente para futuros proyectos. En el caso de El Santo Cristo de La Grita, y de muchas obras valiosas de arte eclesiástico, hay necesidad imperante que exista una conciencia común de conservación para que estas obras perduren en el tiempo y puedan ser disfrutadas en su integridad por las generaciones venideras. Y desde ese entonces hasta ahora, también durante mi desarrollo como profesional fuera de mi país, siempre pensé que todos estos conocimientos podían ser adaptados a las necesidades del patrimonio cultural en Venezuela.
5.- Cómo llega a ganar la beca ENDESA de Patrimonio Cultural con Iberoamérica para la formación en Restauración y Conservación en el Museo Thyssen-Bornemisza de España y cómo describe esa experiencia.
En la convocatoria del año 2003 de esta beca decidí aplicar al Museo Thyssen-Bornemisza, ya que tenía referencias sobre su colección, una de las más importantes y completas de Europa. La noticia de la obtención fue la felicidad en estado puro, un sueño hecho realidad, y la estancia en su departamento de restauración fue una experiencia única. Conocer su colección es hacer un recorrido por toda la historia del arte, y además tener contacto directo con obras de los clásicos maestros antiguos y modernos ,obras como la Giovanna Tornabuoni de Ghirrlandaio, la Anunciación de Van Dyck, Mata Mua de Gauguin, Sueño Causado por una Abeja de Dalí, y sólo por mencionar algunos.
La colección del Museo Thyssen-Bornemisza tiene la particularidad que la adquisición de cada obra fue perfectamente estudiada en representación del artista y su periodo. Verlas de cerca, analizarlas, tomar muestras para investigación, realizar fichas diagnósticas, e intervenciones, como restaurador y como artista, es una experiencia que solo puede ser comparable con el absoluto. En el momento de mi estancia estaba en construcción la nueva etapa del museo, que albergaría la colección particular de la Baronesa, y fue positivo también poder tener contacto con las personas que trabajaban en otras áreas, ya que todos los departamentos fueron ubicados en un área común, así que todo fluyó de una manera muy amena, y conservo muy buenas amistades gracias a ello.
6.- Durante su estancia en España tuvo la oportunidad de trabajar en varios proyectos de restauración ¿Cuáles fueron los más memorables?
Cuando culminó el periodo de la beca hubo un tiempo de transición un tanto difícil, pero supongo que la suerte me ha acompañado siempre, y eso de estar en el lugar preciso en el momento indicado tuvo mucho que ver en lo que me deparaba el futuro, así que por fortuna tuve una oportunidad de trabajo en una empresa privada de restauración, que considero fue un complemento necesario en mi carrera como restaurador ya que, a diferencia del trabajo de museo, las empresas privadas desarrollan la actividad de trabajo a través de campañas in situ, y requieren el esfuerzo en común de un equipo multidisciplinario. Gracias a ello tuve la experiencia de trabajar en Castilla y León, recorriendo pueblos y restaurando patrimonio eclesiástico. Las campañas de restauración siempre aportan algo nuevo, cada experiencia te lleva a vivir un momento histórico distinto, a desentrañar la historia, a devolver la legibilidad original a la obra, ser partícipe de un descubrimiento. En Turégano, Segovia, formé parte de la restauración de un ábside Románico con relieves policromados, que se encontraba detrás de un Retablo Mayor de la Época Barroca. Fue un trabajo integral, además de tener la primicia y el privilegio del descubrimiento de la obra, la intervención incluyó trabajos de madera policromada, pintura sobre tabla, piedra policromada y pintura mural, un trabajo sin precedentes en el arte románico español y en el cual me siento orgulloso de haber participado.
7.- ¿De los períodos y movimientos artísticos cuáles son sus favoritos y por qué?
Tengo preferencias que difieren cuando pienso como restaurador y como artista. El haber tenido la oportunidad de estudiar las obras del románico que intervenimos, y saber que después de todo el esplendor artístico de las antiguas civilizaciones, el periodo que la historia del arte destaca como en tinieblas es muy por lo contrario una época en que artistas y artesanos tuvieron una visión muy subjetiva de la realidad, como dice Gombrich “el estilo medieval hizo posible para el arte algo que ni el antiguo oriental, ni el clásico habían realizado: los egipcios plasmaron lo que sabían que existía; los griegos, lo que veían; los artistas de medievo aprendieron a expresar o que sentían”.
Por otra parte, como artista siempre me ha interesado la obra con la cual los artistas sienten una comunión especial, esa de la cual no quieren desprenderse por temor a perder una parte de sí mismos. Sé que es una visión muy romántica del arte, pero esa idea me resulta apasionante, personajes como El Bosco, Goya , Van Gogh, los simbolistas como Odilon Redon , Dante Gabriel Rossetti, Arcimboldo, y el nuestro gran José Ramón Sánchez, el arte vive en ellos, y nos muestran obras que en algún momento de nuestro caminar dormidos por este mundo nos hacen despertar .
8.- Está trabajando actualmente en el proyecto de Restauración de El Santo Cristo de la Grita, diez años después de su tesis. ¿Por qué resulta vital intervenir la imagen antes que se siga deteriorando?
Al regresar a Venezuela, 10 años después de la propuesta de mi tesis, realicé un nuevo diagnóstico del estado de conservación de la venerada imagen, junto con un nuevo registro fotográfico que evidenció una evolución importante de las alteraciones en las capas superficiales de la obra, es decir, tanto en la capa de preparación como en la capa pictórica, que son los estratos que recubren la escultura en madera policromada. Estas alteraciones están asociadas a los cambios bruscos de humedad y temperatura que ocasionan movimientos de contracción y dilatación de la madera, los cuales producen tensiones superficiales que se traducen en agrietamientos y desprendimientos. Todo ello hace necesario una intervención restaurativa que consolide la capa pictórica y garantice la perdurabilidad de la obra en el tiempo para así evitar que siga avanzando esta degradación.
El proyecto de restauración es totalmente viable se está tomando conciencia de la importancia de que se lleve a cabo en un tiempo perentorio. A través del documental “El Señor Crucificado Rostro Sereno de La Grita”, producido por la Televisora Regional del Táchira (TRT) y transmitido por las cableoperadoras a través de TvR, se realizó una labor importante de puesta en valor y divulgación de la información relacionada con la conservación de esta importante pieza artística y devocional, así que yo creo que el avance se está dando de manera natural, y hay una respuesta positiva ante estas ideas que van siempre en beneficio de nuestro patrimonio cultural material e inmaterial.
9.- Ha propuesto la creación de una réplica de la venerada imagen para difundir la tradición, idea que ha sido acogida con beneplácito en el seno de la iglesia ¿Cómo ha sido el proceso de elaboración de esta pieza
La elaboración de la réplica de El Santo Cristo de La Grita estaba propuesta dentro del marco de recomendaciones de mi tesis, como medida de conservación preventiva de la obra original, ya que se usaría en las procesiones sin ningún tipo de riesgo de degradación. Aunque esta idea no es muy aceptada por los devotos y religiosos, porque sustituye en este tipo de actos a la pieza original, creo que la conservación preventiva es la idea que debe imperar en estos casos. Este año Monseñor Mario Moronta manifestó públicamente el encargo de una réplica del Santo Cristo de La Grita para promover y difundir la sagrada imagen a toda Venezuela, y para mí es un privilegio participar en este proyecto que ya va encaminado y adelantado en mi taller. La obra será una réplica con las dimensiones exactas y la policromía de la obra original, se realizará con un material ligero que posibilite la manipulación y el traslado a los distintos lugares sin riesgos ni inconvenientes.
10.- Su trabajo en el arte religioso tiene también el objetivo de crear la conciencia de la conservación de los bienes patrimoniales ¿Cuáles serían sus propuestas para que estas piezas únicas tan llenas de historia, sean apreciadas y cuidadas por todos?
La “conciencia del entorno” es la gran premisa del arte, y si revisamos el concepto que universalmente conocemos por patrimonio cultural, que es el acervo de elementos, tangibles o no, que surgen del quehacer del hombre como ser simbólico y que forman parte de la memoria histórica de una comunidad, nos damos cuenta que caminamos dormidos; esa consciencia es la que nos da el sentido de pertenencia y es la que nos identifica como individuos en un espacio histórico. Mi trabajo en patrimonio eclesiástico puede hacerse extensivo a todos los estratos del patrimonio cultural, y estoy convencido de que las campañas de conciencia sobre conservación preventiva funcionarán, porque es un deber de todos como ciudadanos y también como instituciones públicas y privadas.