Esta exposición se enmarca en el proyecto que llevamos a cabo en la Galería Freites, de revisión de obras, ar;stas y procesos que definieron el ingreso del arte moderno en Venezuela. De ahí que en los años recientes hayamos presentado exposiciones de Tomás Golding, Héctor Poleo, Francisco Narváez y Rafael Monasterios. Intentamos acercar al público a obras esenciales que contribuyeron a la construcción de una nueva mirada. Con «Premios Nacionales de Pintura 1940-1969», abrimos el compás a la comprensión de la complejidad que representa la decisión del otorgamiento de un reconocimiento, en este caso, un Premio Nacional que involucra la aplicación de criterios.
Realizamos un gran esfuerzo de localización de obras. En sala encontraremos obras premiadas o que formaron parte del conjunto premiado, y otras que son representa;vas de los años en que los ar;stas fueron reconocidos.
Expresamos nuestro agradecimiento a los coleccionistas que cedieron sus obras en préstamo, reforzando su compromiso con la difusión de las artes.
Una cartografía posible. Criterios y decisiones
María Luz Cárdenas
La decisión del otorgamiento de un Premio Nacional es un proceso complejo que conlleva enormes responsabilidades. En Venezuela, sus inicios formales y consecuentes se remontan al año 1940, en el marco del Salón Oficial Anual de Arte Venezolano, y bajo este concepto funcionaron hasta 1969, cubriendo una etapa de dramá;cos cambios en el marco social, políco, cultural y, sobre todo, en el desarrollo de las artes plás;cas. Si bien fueron otorgados en pintura, escultura y obra gráfica, hemos limitado el espectro en esta ocasión a los Premios Nacionales de Pintura, como una manera de concentrar el discurso exposivo.
La exposición aborda varios niveles de lectura: los acontecimientos paralelos en el arte venezolano, los criterios de los jurados, el crecimiento ins;tucional y apoyos privados que se fueron sumando en el transcurso de los primeros años, y también las polémicas y los debates de la crí;ca e intercambios de textos que acompañaron algunas decisiones. El recorrido por ella es a la vez un recorrido por el período clave del surgimiento de las vanguardias en el arte venezolano. Así, podemos apreciar que los primeros premios estuvieron otorgados a los oficiantes más destacados de la Escuela de Caracas: Marcos Cas;llo, Pedro Ángel González, Rafael Monasterios, Luis Alfredo López Méndez, que para entonces habían roto el cerco del academicismo. En las sucesivas ediciones, se fueron incorporando las tendencias de vanguardia, como los Nuevos Realismos y la Figuración Expresionista, Taller Libre de Arte, Los Disidentes y el Arte Abstracto.
Acá podemos cartografiar momentos significa;vos en esta etapa. Por ejemplo, el premio a Francisco Narváez en 1947, en reconocimiento a un nuevo lenguaje para definir el cuerpo, o a Feliciano Carvallo en 1966, que considera por primera vez al arte popular como lenguaje contemporáneo, gracias a la labor del Taller Libre de Arte. Permite una reflexión acerca de la actuación de los jurados: sus aciertos y debilidades, sus venturas y sus contradicciones.
En los primeros años el jurado estuvo conformado por los miembros de la Junta de Conservación y Fomento del Museo de Bellas Artes, sede del Salón que, hasta 1953 tuvo la doble función de realizar la labor de admisión y la de calificación de los par;cipantes.
Posteriormente, se conformaron jurados con crí;cos de arte y artistas, y era común encontrar los nombres de Alfredo Boulton y Pedro Ángel González, entre otros. Las cartas del debate entre Miguel Otero Silva y Alejandro Otero en torno al surgimiento de la abstracción es una buena clave para comprender las consecuencias del otorgamiento de los Premio Nacionales de Pinturas.
Fuente. Galería Freites
Lic. Maria Victoria AcevedoProyect Manager
Fotos. Cortesía
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