El Máximo Dirigente Kim Jong Un pronunció el 27 de julio del 109 de la era Juche (2020) en la VI Conferencia Nacional de Veteranos de Guerra el discurso intitulado "Eternas serán las hazañas de los grandes triunfadores".
El texto
completo sigue:
Respetados
compañeros veteranos:
Estamos a 27 de
julio, día de la
victoria en que cualquiera a quien esta tierra vio nacer rememora y acoge lleno
de orgullo el gran triunfo en la guerra que dejó una huella indeleble en la historia.
No encuentro
palabras para describir la inmensa alegría que siento por volver a reunirme hoy en esta magna
cita, con motivo del día de
triunfo, con ustedes, respetados veteranos, artífices de esa grandiosa historia.
Un gran honor
para mí haber invitado
a esta cita a nuestros inapreciables maestros.
Por encargo del
Partido y Gobierno, en ocasión
del aniversario 67 de la victoria en la gran Guerra de Liberación de la Patria, felicito calurosamente
a los asistentes a esta conferencia y a todos quienes combatieron o realizaron
méritos en la conflagración.
Mi sincero
homenaje a los mártires
revolucionarios conocidos y desconocidos que dieron su inestimable vida a la
sagrada obra de la reunificación y
emancipación de la patria
y la libertad y felicidad del pueblo.
También aprovecho esta oportunidad para
rendir mi profundo tributo a los mártires
y veteranos del Cuerpo de Voluntarios del Pueblo Chino que derramaron la sangre
en apoyo a la guerra revolucionaria de nuestro pueblo y dieron el verdadero
ejemplo de la amistad combativa.
Respetados
veteranos:
Nuestra patria
de hoy es inconcebible al margen de la sangre, el sudor y el gran espíritu de la generación de vencedores, y del noble altruismo
de los valerosos combatientes.
Siempre estarán presentes en nuestra memoria.
Ver siempre a
ustedes, generación de gloriosos
vencedores que realizaron méritos
que brillarán eternamente
en los anales de la patria, honrar y hacer gala de su heroica vida: esto es lo
que desea nuestro Partido.
El evento de
hoy será una buena
oportunidad para demostrar al mundo la unánime aspiración y
voluntad del Partido y de todo el pueblo de transmitirle a la posteridad, sin
restar un ápice, las
proezas de los veteranos de guerra y hacer realidad, cueste lo que cueste, el
noble anhelo de los mártires,
siguiendo el espíritu de lucha
de la década de 1950.
Las
excepcionales hazañas que realizó en esa década la generación de vencedores al mando del gran Líder, Kim
Il Sung, y el acervo y la herencia espirituales que legó a la posteridad se atesoran más con el paso del tiempo, como una
riqueza que no se puede cambiar con ninguna otra del mundo. El significado
trascendental y profundo que adquiere nuestro 27 de julio en la historia
contemporánea no radica
jamás en el mero hecho de que un país y una nación hayan salvaguardado su dignidad y soberanía en una contienda contra los agresores
y obrado un prodigio militar digno de ser registrado en la historia de guerras
de la humanidad.
La gran Guerra
de Liberación de la Patria
fue un cruento bregar para defender a nuestra incipiente República y el destino y el futuro de
decenas de millones de coreanos y, a la vez, la primera confrontación total librada entre las fuerzas
independientes y las hegemónicas,
el socialismo y el capitalismo, al inicio de la Guerra Fría que le siguió a la Segunda Guerra Mundial, de una fiereza y
severidad sin precedentes. En este enfrentamiento de dos bandos entre los
cuales no se podía establecer
comparación en ningún aspecto, tanto en el número de habitantes y la extensión del territorio como en los armamentos
y el potencial económico, nuestra
joven República rechazó la ofensiva militar del imperio norteamericano
que se jactaba de su "supremacía"
mundial y de sus seguidores y defendió a
costa de la sangre el territorio y la soberanía. Este fue un acontecimiento de suma importancia que
engendró leyendas
heroicas insólitas en la
historia de la nación coreana y la
revolucionaria de la humanidad. El 27 de julio fue una ocasión trascendental que le permitió a nuestro país y pueblo, otrora ignorados por el mundo por su
endeblez, emerger dignamente como país y
pueblo heroicos, acaparando la admiración de todos, y que desencadenó a escala planetaria la furibunda tempestad de la
independencia antiimperialista, el socialismo y la revolución de la emancipación nacional.
Sin el gran 27
de julio, no habría el presente
de la Corea socialista que resplandece como potencia y país popular más dignificantes e independientes del mundo, ni habríamos podido frustrar la atrevida
tentativa del imperialismo de tener bajo su dominio al continente asiático y al mundo entero. Su otro
inmensurable significado está en
que una vez concluida la guerra deparó una
nueva y gran historia de la revolución y
construcción socialistas,
preparó
enorgullecedoras tradiciones y bienes que le aseguran la eterna victoria a
nuestra patria y pueblo, alteró la
estructura política mundial e
impulsó el progreso de
la época hacia la independencia y el
socialismo.
El triunfo en la
Guerra de Liberación de la Patria
fue el del noble patriotismo y heroísmo
colectivo de nuestros militares y civiles, el de la justicia y progreso frente
a la injusticia y la reacción,
el del socialismo, porvenir de la humanidad, frente al capitalismo, residuo de
la historia.
La conflagración, que puso al desnudo la agresividad y
bestialidad del imperialismo yanqui y que nos enseñó a tenerlas siempre bien presentes, ocasionó a todos los coreanos dolorosas
tragedias y sufrimientos, arrebatándoles
padres, hermanos, compañeros
de armas y amigos. Con todo, junto con los méritos legendarios de la generación de triunfadores que se sobrepusieron
a todos aquellos padecimientos y pruebas, se crearon el gran espíritu de defensa de la patria, el de
defensa de la revolución. Y
su impar heroísmo, abnegación y perseverancia fueron formando parte
del temperamento inherente a nuestro pueblo.
Estamos
hablando de una generación
dignificante que con su sangre y vida escribió una nueva historia de la continuidad de la revolución coreana e hizo del espíritu revolucionario del Paektu una idea
y espíritu de todo el pueblo. Gracias a los
soldados del Ejército Popular
que derramaron la sangre para defender cada pulgada del suelo patrio y a los
civiles en la retaguardia que se entregaron de lleno por el triunfo en la
guerra, con la inquebrantable fe en que saldrán vencedores siempre y cuando contaran con el gran Líder Kim
Il Sung, se pusieron de manifiesto, como temples de la
Corea heroica, los espíritus
creados por los mártires de la revolución antijaponesa: el de la unidad con el
líder en su centro, el de la lucha
perseverante con que aniquilaron al enemigo aunque se tenían que correr mil veces el peligro de
la muerte y el de apoyo en las propias fuerzas con que fabricaron proyectiles
de fusil y cañón pese a sus
escasos recursos. Precisamente por esta razón, nuestro Partido honra y tiene en alta estima a la
generación de vencedores
que había recorrido un
trayecto envuelto en llamas, como generación enorgullecedora que fue la primera en darle
continuidad a nuestras tradiciones revolucionarias.
Esta generación, que ganó la guerra al precio de la sangre, es la autora de la
implantación del sistema
socialista en apoyo al llamamiento del Partido y de la cimentación de la potencia independiente con el
espíritu de Chollima. También es la gran maestra que sembró un noble espíritu en las jóvenes
generaciones. En aquellos tiempos en que ella desempeñaba el papel protagónico en todos los dominios, nuestra construcción socialista conoció los más espectaculares avances y saltos. Las gestas de
aquellos héroes servirían para las siguientes generaciones que
nacieron en tiempos de paz, sin conocer la guerra, de nutrientes y de manuales
de obligatoria referencia para una existencia y una concepción de vida revolucionarias.
De hecho,
nuestros veteranos de guerra son excelentes revolucionarios y patriotas e
incomparables tesoros de nuestra revolución que no sólo
durante los severos días
de la guerra sino también en
todo el transcurso de la restauración y
construcción posbélicas y la edificación socialista han seguido
invariablemente fieles al Partido y el líder y han consagrado todo lo suyo al bienestar de la
posteridad, asumiendo todas las penalidades. Nuestro Partido se siente
infinitamente orgulloso y honrado de contar con ustedes, precursores
revolucionarios que tienen un elevado concepto de la posteridad y la revolución, y ve en ustedes paradigmas perennes
para cualquiera de nosotros.
Estimados
veteranos de guerra:
Estos casi
setenta años posbélicos han sido una sucesión de sangrientos enfrentamientos con el
enemigo, razón por la cual
no podemos calificarlos jamás
como período de paz. Y
en estos años se han
arreciado cada día más las amenazas y presiones del
imperialismo tendentes a obstaculizar nuestro avance y agredir a nuestro
Estado.
Proyectando el
mañana del Estado con el espíritu y la voluntad de triunfo que nos
infundiera el perpetuo 27 de julio, fuimos nosotros quienes escogimos el
tortuoso camino del fortalecimiento del poderío estatal, y hemos sido consecuentes con esta opción, aún teniendo que apretarnos el cinturón, mientras todos los demás persiguen la "prosperidad"
inmediata.
Ante la obvia
necesidad de tener una fuerza absoluta capaz de evitar y refrenar la misma
guerra, de manera que esta no vuelva a ser causa del dolor y sufrimiento como
en los años de 1950,
hemos avanzado para ser una potencia nuclear, recorriendo trayectos abruptos
que dejarían abatidos a
otros mil y una veces y superando con valor presiones y retos de toda índole. Hoy hemos llegado al punto de
defendernos de forma fidedigna e imperturbable de toda forma de presiones y
chantajes militares de la reacción
imperialista y otras fuerzas hostiles.
La guerra es un conflicto armado que uno desata contra un adversario desdeñable.
Ahora nadie se
atreve a menospreciarnos.
Jamás permitiremos que nadie nos subestime
y si lo hace, lo pagará
bien caro.
En virtud de
nuestro seguro y eficaz disuasivo nuclear con carácter defensivo, los coterráneos no conocerán más
guerra y la seguridad y el porvenir de nuestro Estado se garantizarán para siempre.
Cada año celebramos el 27 de julio, generación tras generación. Pero, por el hecho de que hoy nuestro Estado ocupa
una elevada posición estratégica que nadie puede ignorar y todos
están obligados a reconocer, este 27 de
julio nos proporciona sentimientos peculiares que hacen más valiosas y orgullosas la significación de la victoria en la guerra y las
hazañas de los veteranos de guerra.
¡Compañeros!
Ha transcurrido
un largo tiempo y han cambiado muchas cosas tras el cese al fuego, pero el espíritu sublime de los mártires y los veteranos de guerra
convoca a nuestro pueblo a una nueva lucha.
Ahora, viendo a
ustedes evocamos a todos los compañeros
de armas que cayeron luchando en el frente en aquellos años duros y a los mártires inolvidables que se entregaron
en cuerpo y alma a la construcción
socialista, y reafirmamos la decisión de
trabajar con más ahínco para ser dignos ante ellos. Tal
como los veteranos de la guerra escribieron una nueva historia de la construcción de una patria próspera y poderosa continuando
brillantemente las tradiciones antijaponesas, las nuevas generaciones de hoy
heredaremos su espíritu y
alcanzaremos a toda costa la victoria definitiva del socialismo a nuestro
estilo.
La historia de la
victoria en la guerra nos enseña la
gran verdad de que un pueblo que posee un gran espíritu obra un gran milagro.
Nuestro Partido
esculpirá, con letras
doradas, el espíritu de los años de 1950 en el corazón de todos los militares y civiles para
que sean combatientes fuertes e indoblegables ante cualquier adversidad y artífices de nuevos milagros y victorias y
para que su vida no sea apreciada como indecorosa a ojos de los mártires, físicamente desaparecidos, y de los veteranos de guerra.
Ni un momento
hemos olvidado lo mucho que habrán
padecido ustedes al enterrar a los compañeros caídos
y tener que retroceder llorando con lágrimas
de sangre a orillas del río
Raktong, a muy escasa distancia de la costa del Mar Sur de Corea, todo esto
debido a la carencia de fusiles. Siempre conscientes de la verdad de que uno
puede cultivar la dicha cuando tenga asegurados la soberanía y el derecho a la existencia y que
debe ser fuerte para poder defender el destino del Estado y el pueblo, no
cejaremos ni un instante en el empeño de
avance por consolidar al máximo
la capacidad de defensa nacional de manera que nadie se atreva a atacarnos.
Compañeros:
En sus
incontables días y noches de
combates enconados, nuestros valientes combatientes habrían soñado con un hermoso paraíso del pueblo que se extienda a todo el territorio
nacional de tres mil ríes
(1,200 km). Con el ánimo redoblado
nuestro Partido se esforzará
para realizar sin falta el ideal de la potencia que acariciaban los mártires y procurarle a nuestro pueblo la
mayor felicidad del mundo.
Todo el pueblo
vivirá como triunfador en aras de la
prosperidad de la patria, mirándose
a sí mismo en la generación de vencedores en la guerra. Difíciles serán las condiciones y circunstancias actuales, pero a
todas luces incomparables con las de la guerra pasada.
Nuestro Partido
orientará a todos los
funcionarios, los militantes y demás
trabajadores a obtener éxitos
resonantes en todos los campos de la construcción socialista bajo la consigna ¡A vivir y luchar con el espíritu de los grandes defensores de la patria!
De igual forma,
guiará a todos los oficiales y soldados del
Ejército Popular a prepararse como
combatientes omnipotentes capaces de vencer uno a cien enemigos que hagan suyo
el fuerte espíritu
revolucionario, el valeroso temperamento combativo y el noble patriotismo,
demostrados por los participantes en la Guerra de Liberación de la Patria, y que estén versados en los métodos de combate a nuestro estilo.
La historia de
la victoria en la guerra se transmite a la posteridad junto con el calificativo
de juventud que con sus méritos
hicieron valer numerosos héroes
como Ri Su Bok, Jo Kun Sil y Kang Ho Yong.
Formaremos a
todos los jóvenes como
hombres de apasionada lealtad y revolucionarios consecuentes que saben colocar
por encima de todo a la sociedad y el colectivo y se consagran por la sociedad
y el colectivo, al igual que los héroes
de la guerra que desafiaron a la muerte y no vacilaron en dar su preciosa vida
por la única patria. De
esta forma, se sucederán a
las generaciones venideras nuestra ideología, régimen
y gran tradición de la
victoria, mantenidos por los veteranos a costa de la sangre.
En todo el país reinará el ambiente social de respetar, honrar y conceder
privilegios a los precursores de la revolución como los veteranos de guerra.
El Partido
seguirá atendiendo con
devoción a los
veteranos de guerra para que lleven una vida digna con el vigor juvenil y
asumirá plena
responsabilidad de su salud y vida.
Las
organizaciones partidistas a todos los niveles, los órganos del Poder, las agrupaciones de trabajadores y
todos los habitantes considerarán
como su noble obligación
moral tratar afectuosa y solícitamente
a los veteranos de guerra como si fueran sus propios padres y le pondrán todo el esmero.
Pasan los años y se suceden las generaciones, pero
el espíritu de la
lucha heroica y las hazañas
inmortales de la generación de
vencedores en la guerra harán más densa la sangre roja que corre por
las venas de nuestras generaciones y su gran espíritu y mérito
perdurarán con el avance
victorioso de nuestra revolución.
Estimados compañeros veteranos:
Sé que ustedes son fuertísimos porque pusieron de rodillas a las
tropas multinacionales comandadas por el imperio norteamericano que se jactaba
de su "supremacía" mundial
y desafiaron con dignidad aquella década
feroz y muchos otros años
difíciles. Lamentablemente, muchos se han
ido de nosotros y los que aquí están presentes también peinan canas, inevitablemente. ¡Qué inclemente es el tiempo y qué penoso es verlos en tal estado!
A ustedes les
reitero mi deseo de que tengan una buena salud.
Y a todos los
estimados veteranos del país
les pido de corazón que la
conserven por muchos años y
que sigan siendo para nosotros el acicate y el puntal espiritual.
¡Viva el 27 de julio, día de la gran victoria en la guerra!
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