lunes, 1 de diciembre de 2025

CUENTO: Navidad con Helados por Ana Teresa Delgado de Marín


En un rincón de Los Palos Grandes, donde las luces parpadeaban con un brillo especial durante las fiestas, se encontraba la "Heladería de los Sueños", conocida también como Heladería Divinos Pecados. No era una heladería común; sus ventanas siempre estaban empañadas con un vaho dulce, y el repicar de una campanita de plata anunciaba cada vez que un niño entraba. Se decía que los helados que se servían allí no solo eran deliciosos, sino que contenían un poquito de magia de Navidad, capaz de hacer realidad los sueños más puros de los pequeños.

El dueño, el Sr. Copo de Nieve, era un hombre con ojos brillantes como las estrellas y una barba tan blanca como la nieve recién caída. Conocía el deseo de cada niño del pueblo. "Un sabor de valentía", pedía la pequeña Sofía, que soñaba con ser una exploradora. "Un helado de risas", solicitaba Tomás, un niño tímido que anhelaba hacer sonreír a todos.

Una Nochebuena, con la nieve cayendo suavemente, entró en la heladería una niña llamada Clara. Sus ojos estaban tristes, y sus manitas aferraban un pequeño muñeco de trapo. "Sr. Copo de Nieve", dijo con un hilo de voz, "mi sueño es que mi papá, que está lejos trabajando, pueda pasar la Navidad con nosotros".


El Sr. Copo de Nieve la miró con ternura. "Clara, para los sueños que vienen del corazón, necesitamos un helado muy especial". Desapareció en la trastienda y regresó con una copa humeante que brillaba con todos los colores del arcoíris. "Este es el 'Helado de Deseos Compartidos'. Cada cucharada envía un mensaje de amor a quien más extrañas".

Clara, con el corazón encogido de esperanza, tomó el helado. Cada vez que probaba un bocado, sentía una calidez que la envolvía, como si su amor viajara a través del aire helado de la noche. Se sentó junto a la ventana, observando los copos de nieve danzar, y terminó su helado mientras la campanita de la puerta tintineaba suavemente.

Horas más tarde, ya en casa y casi lista para ir a la cama, Clara escuchó un sonido familiar. Una risa grave y alegre. Corrió a la sala y allí estaba: su papá, de pie junto al árbol, con una sonrisa en el rostro y los brazos abiertos. ¡Había logrado volver a tiempo para Navidad! "Un milagro de Navidad", dijo su mamá, abrazándolos a ambos.



Clara miró por la ventana, hacia la pequeña luz de la Heladería de los Sueños, y supo que no era solo un milagro, sino la magia del Sr. Copo de Nieve y su helado de deseos, que habían traído a su papá de vuelta a casa. Desde ese día, la Heladería de los Sueños se convirtió en el lugar donde los niños no solo buscaban dulces, sino también la esperanza de que, con un poco de magia navideña, sus corazones siempre encontrarían el camino para hacer realidad sus sueños más anhelados.

Por. Ana Teresa Delgado de Marín
Ilustraciones. De la autora con IA


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